De entre las veinte sillas que habían estado en el velatorio a ambos lados del féretro, ella se había sentado al fondo, entre las coronas de flores, embargada por su perfume y flotando, recibiendo el pésame de unos y otros, abrazos, caricias, llantos y susurros.
Cincuenta años, cincuenta años que habían transcurrido entre muchos sinsabores, menosprecios y amargura.
Y ahora se había quedado sola, sola en la vida y sola en el espacio vacío de su dormitorio, sentada en su silla y envuelta en sensaciones contradictorias. El dormitorio vacío se le antojaba liberador. El comienzo.
Con un suspiro abrió las contras de las ventanas y dejó que entraran los rayos de sol que al instante dibujaron arabescos en el suelo de castaño.
La Sra María tenía 71 años. Toda la vida la había pasado trabajando en el campo, en la casa. Toda la vida al servicio de un esposo autoritario y ahora podía tomar las rienda de su propia vida.
Bajó las escaleras, se puso una chaqueta sobre los hombros y se calentó una taza de caldo. Necesitaba pensar.
Muchas veces, para ese tipo de mujeres que han padecido toda una vida a la sombra de un hombre autoritario, quedar viudas resulta una verdadera liberación. ¡Qué buen relato, Josela!
ResponderEliminarUn abrazo.
Fer
Sonreir sin ver gestos amargos. La Sra María está a tiempo, siempre se está a tiempo. Es traumático y hay que arrancar fuerzas de donde sea pero SIEMPRE merece la pena.
ResponderEliminarSoy demasiado cuentífica y no tengo arte para el relato, no sé adornarlo.
Tú sí que lo bordas!
Gracias Fer. Un beso
"científica" no cuentifica!
ResponderEliminarSiempre hay tiempo para abrir las contraventanas y que entre el sol de primavera.
ResponderEliminarBicos
Josela me ha gustado mucho tu relato, es una pena pasar tantos años atada a una persona así.
ResponderEliminar¡Menos mal que se pueden abrir las ventanas para que se llene la casa de Primavera!
Un abrazo fuerte amiga..
Tienes toda la razón Dr, siempre estamos a tiempo.
ResponderEliminarSolo nos dejan vivir una vida y merece la pena ser feliz.
Un beso
La vida es un itinerario con muchos vericuetos y cuesta andarlo pasito a pasito, y a María le ha llegado el momento de descubrirlo por ella misma.
ResponderEliminarUn abrazo, querida amiga.
Lo has contado muy bien, Josela. Pero a mí me había gustado tu "cuentífica" si no existía ya existe. Muy buen relato, que la Sra. Maria se airee bien, y a él, con viento fresco.
ResponderEliminarBesos.