domingo, 30 de abril de 2017

Y ahora son nuestros hijos los que nos enseñan

Llega un momento en la vida en que giran las tornas y nuestros hijos se convierten en nuestros maestros, cuando esa función fue propia de los padres durante años y años.
Siempre me ha encantado enseñar, y claro, aún más a mis hijos. Desde muy pequeñitos les hablaba de todo tipo de cosas, desde como funcionaba un cajero, las secciones de un supermercado, los árboles de hoja caduca y perenne, o el acento y la tilde. No me cansaba de contarles cosas. El aprovechamiento fue dispar, pero la profe no se puede negar que disfrutó con ello.
Ayer le echo una ojeada a las ruedas delanteras del coche, esa máquina muy útil pero qué me es muy extraña,y me digo que parecen bajas de presión. En esas que pienso en que debería mirarlas. Ahora viene el problema. Por una serie de circunstancias, y aunque me pese, he perdido la confianza en mí misma hasta para las cosas más triviales. Voy mejorando porque me lo impongo, pero no sé lo que ha pasado en mi cabecita porque me cuesta.
La solución estaba entre llevarlo al taller de siempre para que lo miraran, pero ya me imagino la cara de los mecánicos, y otra ir a la gasolinera, que otro tanto pasaría con el personal, otra mujer inútil.
Pues Google seguro que lo sabe, pero antes una llamada al que un día enseñé tanto y él, que no tiene coche, pero sí bici, me explicó el asunto con mucha paciencia y utilizó unas pautas con las que me quedó clara la estrategia. 
Por si os habéis perdido estamos hablando de mirar la presión a una rueda.
A los duchos_as en temas mecánicos esto les parecerá una chorrada, pero yo lo necesito tener muy clarito porque las inseguridades me superan.
Pues no va a ser hoy cuando ponga en práctica lo aprendido porque el granizo y las gélidas temperaturas me han hecho desear una sesión de sofá y lectura, pero de mañana no pasa.
Casi sesenta años, estoy llegando a una edad complicada, pero tengo muchos proyectos. Qué conste, mirar la presión de las ruedas no era uno de ellos, pero se hace.

8 comentarios:

  1. Eso lo comprobaré mañana, pero la teoría la tengo clara.
    El próximo reto es subir las escaleras de un faro romano que se me resistió hace tiempo.

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  2. Hay que aprender de todos, de los padres, de los hijos, hasta del espíritu santo si es necesario. La confianza en nosotros no tiene nada que ver con quien sea el maestro o la disposición para aprender.

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    1. Gracias por su comentario.
      Mi inseguridad viene al enfrentarme a situaciones que no controlo. Es complejo.

      Un saludo

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  3. No digas lo de la edad que puedes acabar creyendo que es algo realmente importante y no lo es, excepto por lo que cruje el cuerpo cada mañana.
    Supongo que lo de la presión de las ruedas será como el de las bicis un tema realmente importante para los conductores. No sé conducir por lo tanto solo puedo intuir de que va la cosa.
    El gesto de aprender y enseñar debe ser natural, espontaneo, sin nadie abajo o arriba que marque la pauta, así lo pienso yo.

    Besos

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    1. Salió fenomenal el asuntito de la presión de las ruedas.
      Lo importante es estar abierto a dejarte sorprender cada día, con actividades que no imaginabas o con algo que te explican o que ves.
      Querido amigo, ese día cuando escribí el post estaba un poco floja, tú sabes, hoy y casi siempre rezumo ironía y entusiasmo, así que en la edad no me fijo.

      Besos, Dr

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  4. A mí también me surgió la duda una vez. A decir verdad, me incrustaron la idea justo antes de un viaje, uno que pasaba, que no debía de tener otro sitio donde mirar más que a las ruedas de mi coche, y decidí ir a la gasolinera. Ni idea de lo que iba a hacer allí, porque él de la obsevación no quiso venir conmigo, no. Ni idea de lo que necesitaba, me atendió una mujer, me enseñó y me dijo que lo de la presión adecuada lo llevaba en la puerta. Vamos, no lo habría encontrado en la vida... Y aprendí. Claro que ahora ya se me ha olvidado. Solo sé que en la gasolinera hay que ir donde el aire. Y allí no puede haber muchos aparatos, luego se mira lo de la puerta y listo. Si veo que se me vacía de aire la rueda, pido ayuda y listo. Conclusión: presión siempre la justa, en las ruedas y en la vida misma.

    Y ahora tengo el coche en el taller, parece que iba a ser una cosa del líquido refrigerante y por eso se calaba, pero no, que si el carburador, que si el líquido... vamos que estoy contenta de usar el transporte público, me doy buenos paseítos, si no fuera por estos calores...

    Un abrazo, Josela.

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    1. Querida Angie, cómo te entiendo!!!
      Guille me comentó que teniendo un coche tendría que familiarizarme con él, su maquinaria, cómo hacerle pequeños arreglos... Me niego. Tengo mejores sitios donde entretenerme como para dedicarle ni un minuto. Taller de confianza, ese es mi recurso. Y los hombres, que para eso están.
      Un abrazo muy grande desde mi paraíso.

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