jueves, 17 de noviembre de 2011

Moliendo café

Pues sí, moliendo café, pero no con un molinillo eléctrico, plis-plas y ya está, no, aquí hay que darle vueltas  y vueltas. Va soltando su aroma al ir rompiendo el grano y tú lo percibes, empiezas ya a saborearlo, se empieza a hacer la boca agua, apuras, pero no, esto tiene su tiempo y la rapidez es inutil.
Por fín notas ya que no hay presión, ya está molido, sacas el cajoncito y a disfrutar de este café molido a mano.


Es un recuerdo de mi bisabuelo.

Hasta mañana

2 comentarios:

  1. La contemporaneidad sobre todo, nos ha robado el tiempo y nos cambia esfuerzo por consumo. Hay tanto por consumir que no tenemos tiempo ni para darle a la palanca del molinillo.

    ResponderEliminar
  2. Pues creo que es necesario buscar tiempo para esas pequeñas cosas que a fuerza de sencillas son las más apreciadas.

    ResponderEliminar