No es que os quiera poner los dientes largos con tanta tarta; hay un divertido, entrañable y amoroso motivo, mi hijo Guille ha cumplido 25 años y de obligado cumplimiento fue reunirnos para celebrarlo.
Nos recibió la ciudad con una señora tromba de agua y sin paraguas, muchísimo viento y desapacible día, pero las inclemencias del tiempo no son obstáculo cuando por encima de todo queremos compartir unas horas, unas risas, compras y una deliciosa comida, planes de verano, empatía y cariño a partes iguales.
No tengo palabras para decirte lo muchísimo que te quiero y la cantidad de satisfaciones y alegrías que me das, no solo como hijo sino como persona.
Hasta mañana
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