María acababa de colgar el teléfono, asombrada, impresionada por lo valiente que había sido, iba a conocerlo personalmente, habían quedado para un café.
Solo habían hablado por teléfono desde aquel día en que se vieron por primera vez en el supermercado.
Tenía la nevera vacía , hizo una lista de la compra para acabar antes , cogió su gabardina del armario, el bolso y salió a la calle.
Mucha gente, familias haciendo la compra de la semana, era sábado. De camino a la zona de los yogures, paró a mirar el pescado, pensó en hacer una dorada al horno, fácil, rápida y sana.
Se acercó a la máquina expendedora del nº y al girarse tropezó con un hombre; en milésimas de segundo sus miradas se cruzaron.
Los dos esperaban su turno.
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Hasta mañana
Redactas muy bien Josela y en el trocito que has escrito has conseguido interesarme en el tema.
ResponderEliminar¡Qué pasó? Esperaban turno y se volvieron a mirar, sus miradas se engancharon en un hilo invisible tan fuerte que fué imposible despegarlas, ella se puso las gafas de sol, para intentar parpadear tras los cristales y cortar aquel hechizo repentino...
Un abrazo amiga galleguiña
Y nos has dejado con el runrun de saber qué pasará...
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