Me costó tres años considerar el salón como mi refugio.
Lo ventilaba, lo limpiaba, lo visitaba una vez al día, pero lo que es estar tumbada en el sofá leyendo o viendo una peli, no. No podía, me agobiaba.
Ahora es todo diferente.
Me planteé que tenía que poner todo de mi parte, si hacía falta un cambio se hacía y manos a la faena. Ha quedado genial, además me siento muy bien en él, encantada. Mis buenas siestas tengo dormido en el sofá, en uno pequeño y coqueto, con el grande todavía no puedo.
Todo tiene su tiempo, no hay que forzar la situación, eres tú y el entorno los que tenéis que estar en armonía, si no es así, no se puede hacer nada. Hay que planteárselo de otra forma.
Hasta mañana
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