Me regalaron huevos, de gallinas que andan libres en su gallinero y que comen maíz, manzanas, verdura...
No os tengo que decir lo buenísimos que están.
La anécdota surge cuando la persona que me los regala, ya mayor y viviendo en el campo toda su vida, se siente muy compungida porque no tiene las dos docenas completas para regalarme; consideraba que era, no sé, un despropósito.
Desde luego, a mí como a todos vosotros, supongo, nos da lo mismo si no están completas, lo buenísimo son las ricas comidas que haré con ellos, desde una humilde tortilla hasta un revuelto, unos flanes, fritos, cocidos para una ensalada...infinitas posibilidades.
Cosas curiosas, distinta forma de vida, distinto concepto de lo políticamente correcto.
Hasta mañana.
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