martes, 31 de mayo de 2011
Estar hambriento
Hoy no sabemos lo que es no tener que comer, pasar hambre no porque sigamos una dieta sino porque no había nada que echarse a la boca.
Esta situación se vivió en España después de la guerra civil y un testigo de la época, mi abuela Trini, me contaba las penurias que habían pasado.
Cuando cebaban un cerdo, las piezas más exquisitas como los jamones, chorizos, tocino entreverado lo llevaban al mercado para venderlo, ellos se quedaban con las piezas con menor demanda y la abuela con ellas hacía milagros.
Sabéis que cuando íbamos paseando por los caminos siempre llevaba una bolsa de tela o una cesta porque decía que el campo y el monte nos alimentaban de una forma natural; así traíamos castañas, fresas silvestres, nueces. Creo que se había acostumabrado en la época de la hambruna y luego cuando las cosas nos iban mejor aún lo seguía haciendo.
Me contó Guille que le extrañó mucho cuando fue a Alemania que no dejaban nada en los platos, la comida que se echaban, la comían. Le preguntó a una amiga alemana y le comentó que ese hábito venía del hambre que habían pasado durante la Segunda Guerra Mundial. Los abuelos y los padres los habían mentalizado para que aprovecharan la comida.
En el mundo rico tiramos comida a espuertas y en el mundo pobre pasan hambre. Qué mal repartido está todo.
Hasta mañana
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