Ya sabéis la adoración que tenía por mi abuela Trini, es que se hacía querer, respetar, adorar.
Le conté en una ocasión que cuando me muriera quería que me incineraran y esparcieran mis cenizas en el mar; pues, con sus 70 años, no se escandalizó y era católica practicante, pero lo primordial para ella eran sus seres queridos y como tales los respetaba; qué distinta a otros que con menos años ponen el grito en el cielo ante tal propuesta, les falta tolerancia y respeto a las ideas de los demás.
Hasta mañana
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