Un sacerdote que lleva allí más tiempo les explica: "Aquí hay cinco castas: los guerreros o samurais en la cima y luego los capesinos, los artesanos, comerciantes y los impuros. Todos tienen que seguir las leyes de la casta hasta en el último detalle, el tipo de ropa que lleva o el tipo de tejado que ponen en su casa...
Cuidado con los comerciantes darían lo que fuera por cambiar. Oficialmente pertenecen a una casta inferior lo que significa que poseen dinero a espuertas y no se les permite gastarlo en nada. Les atrae eso de que todos los hombres son hermanos en Cristo porque les sitúa en igualdad de condiciones con los samuráis.
Los samurais son los huesos más duros de roer... "
...y ese afán de la iglesia católica de convertir a los infieles, a qué se debe ?
Es como si estuvieran haciendo campaña electoral en cada momento y en un medio infalible, el púlpito.
A lo largo de la vida he ido a unas cuantas misas y nunca, nunca he oído en la homilia nada a lo referente a una preocupación por la felicidad de los feligreses, por su bienestar, por sus condiciones de vida...es más...si tienen ocasión critican a las ovejas que se apartan del redil.
De pequeña era muy tímida y si podía no salía a la calle, era feliz entre libros, trabajos para el cole....
Un buen día, ya tendría unos 16 o 17 años, las vecinas le preguntaron a mi madre si me había metido monja porque no me veían nada. Desde luego que no, pero reconozco que hay etapas de fustración, de inseguridad, que buscas al que te lleve de la mano sin que tú tengas que pensar.
Creo que lo que me pasaba era que estaba en la adolescencia aumulando conocimientos, creando mi propio yo, mis razones, mis ideas y ese caldo de cultivo fue la base para la mujer luchadora y reinvindicativa de la etapa universitaria. Nunca tuve ninguna inclinación por los hábitos.
El texto que os puse al principio es un fragmento de " La casa de té " de Ellis Avery.
Hasta mañana
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