martes, 5 de julio de 2011

Del pizarrín a la tablet.






Con tres añitos me llevó la abuela a clases de doña Manolita. Teníamos que cruzar unha carballeira( robledal, creo) que me daba mucho miedo, pero de mano de Trini nada me asustaba.
Nos levantábamos muy temprano porque era de buena educación llegar puntuales.
Me ponía mi ropa más bonita, que, por cierto, toda me la hacía ella y con unas galletas de vainilla para el recreo, nos encaminábamos a clases.
Era una escuela rural con una sola aula, una ventana grande por la que entraban en primavera y en verano los rayos de sol que dejaba pasar el bosque.
Teníamos cada dos niños un pupitre y me hice muy amiga de una niña que vivía cerca; a propósito, hace poco acudí a un entierro en la parroquia y su marido se acercó y se emocionó al verme. Su mujer le había contado que se acordaba mucho de su amiguita de la escuela.Era mutuo, aunque no seguimos en contacto no me olvido de ella.
Usábamos pizarra y pizarrín y solo la maestra tenía un libro.


Hoy acabo de hacer unos ejercicios en la tablet, estupenda herramienta que he descubierto hace un año, lo guardo como pdf y acumulo todos los que necesito; por ahora están sin ordenar, pero así en el desorden me entiendo muy bien.
Tengo la idea de que es importante usar todas las tecnologías a nuestro alcance, tanto en la vida laboral como personal. Por lo menos las que estén al alcance de mi bolsillo.
Ya no tengo miedo a cruzar ningún bosque sobretodo porque no los frecuento y si lo tuviera ya no tengo a la abuela para cogerme de la mano.






Hasta mañana

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