lunes, 11 de abril de 2011
Gustos
Cuando la abuela Trini vivía me preguntaba por mi santo y mi cumpleños, qué quería de regalo. La mayoría de las veces escogía un libro, un portalápices, una libreta con aquella pauta especial o aquel diccionario porque el que tenía estaba muy usado.
A veces me preguntaba por qué no había pedido tal o cual prenda que estaba de moda en el momento, pero nunca me llamaron la atención especialmente. Además la abuela siempre me hacía unas réplicas de la ropa que se llevaba y al final quedaba encantada.
Hoy me siguen encantando los libros, ese aroma a papel y tinta, a libro virgen que se abre para ti que vas a ser su propietario, que te va a enrolar en una aventura, que va a llenar tus ratos de ocio. Imaginaros lo que significa entrar en una librería.
Pues no lo pude resistir, fui a Santiago y como tuve un rato libre, buscado a posta, hay que decirlo, me fui derechita a una librería y claro, dos libros se vinieron para Lugo, uno de ellos lo empecé a leer ahora mismo.
Pero algo ha cambiado respecto a cuando era pequeña, ahora me encanta la ropa y los complementos, me llevan los ojos los collares y los anillos y disfruto con todo ello.
Hasta mañana
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