Estoy entre las mazorcas de maíz haciendo muñecas mientras mi abuela me cuenta cuentos bajo la sombra del carballo. Como íbamos a estar toda la tarde, me trajo la merienda, queso, pan y unas galletas de vainilla. Luego nos lo comeremos.
Esta mañana estoy de estrena; ayer la abuelita se pasó la tarde haciéndome un delantal con trozos de telas, una de ellas era el faldón de la camisa que el abuelo ya no se pone, me puso un volante y un gran bolsillo, dice ella, para guardar los tesoros y ahora no hago más que mirarlo y remirarlo, me gusta, lo voy a cuidar mucho.
No me mancho mucho, solo cuando corro detrás de las gallinas, cuando juego con la perrita o voy en el carro con el abuelo a la leira, pero al llegar a casa la abuela me limpia y hasta me echa unas gotitas de colonia, la que compró para mí cuando fue a la feria a vender los terneros. Lo hizo a escondidas, claro, los hombres no entienden de la importancia de unas gotas de colonia...
Tengo cinco años y soy feliz en la aldea con mis abuelos.
¡Qué niña tan linda,
ResponderEliminarqué niña tan preciosa,
no se mancha, es muy limpia,
muy guapa y muy airosa!
Un delantal de retales
le ha cosido su abuela,
hoy sueña en los maizales,
es mi amiga, Josela.
Me ha encantado tu entrada Josela, eras una niñita feliz y se notaba la inteligencia que posees.
Un abrazo fuerte amiga, desde mi librilo.
Los abuelos son personajes insustituibles para sus nietos. Eras una niña monísima y se te ve feliz, una niñez así es un lujo para la madurez
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