En invierno los tomates o están duros por fuera y huecos por dentro o parecen perfectos y luego no saben ni huelen a nada. Estos lo tienen todo, sabor, olor y presencia.
Perfectos para acompañar a lo que sea y sin mezclar con nada, en su esencia, solo aderezados con un poco de sal gorda de las salinas y un buen chorrito de aceite de oliva.
Y como colofón mojar una loncha de pan de mezcla en esa salsita que sueltan. De lujo.
Si es que en lo sencillo está lo mejor.
Hasta mañana
Me encanta el tomate aderezado tal cual dices.
ResponderEliminarBesos.
Cuánto sabes, Angie.
EliminarBesos