Tocar, oler, manosear, ver y ojear las primeras páginas y la sipnosis; acariciar sus tapas... todo me encandila.
Pero, como le confesé al librero, he cometido un pecado, un pecado con premeditación y alevosía; he comprado libros por internet.
Ya sé que es algo normal, que se hace todos los días, pero fui consciente del pecado cuando traspasé las puertas de la librería, no antes.
No fue lo mismo, no los toqué, no los acaricié, no los olí; venían perfectamente embalados en su caja, asépticos, inmaculados, puros, sin haber sido manoseados, ni tan siquiera ojeados.
No, no fue lo mismo, aunque ahora que ya están en casa ya los siento míos y alguno ya lo empecé a leer.
Repetiré la experiencia? Quizás dependa del momento, aunque un pecado de vez en cuando no está nada mal.
Hasta mañana
Hay un pecado aún mayor que estoy a punto de cometer: comprarme un ebook y huir del toque, de la caricia o del olor transformados en la inanidad de una superficie plastificada. Pero creo que tendrá sus ventajas.
ResponderEliminarYo también estuve barajando esa posibilidad, pero no, no lo veo...eso de no tocar sus hojas...pero tienes razón, tendrá sus ventajas.
ResponderEliminarCreo que lo ideal sería que nos dejaran uno unos días para probar.