Un instante, un sentimiento que no sé definir, pero sí sé que fue un segundo mágico.
Un día gris como muchos en nuestra ciudad, castañas asándose en el horno y un CD de Miles Davis que acababa de poner, Olivia viene hacia mí y se sienta en la alfombra a mi lado con la cabeza apoyada en mi zapatilla. Fue una sensación de paz y ternura, de esas que merece la pena vivir, esos pequeños momentos que nos hacen felices, auténticos tesoros a nuestro alcance.
Un abrazo para todos los que me leéis y perdonad por mi poca constancia.
Hasta mañana.
Otoño, castañas, alfombras, mesacamillas, gatoperros y jazz. No hay mejor compañía.
ResponderEliminarcierto...a disfrutar!
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