Cuando era muy pequeña me regalaron mi primera cámara de fotos, no recuerdo la marca, pero cuando abrí la caja y la vi, me llevé una gran alegría. Empecé a retratarlos a todos, a plasmar imágenes de todo lo que tenía alrededor; tenía ocho años y unas ganas de saber más y más.
Hoy tengo más instinto que técnica y sigo disfrutando un montón.
Sigo fastidiándolos a todos porque llevo la cámara a todas partes y se preguntan cómo puede tener interés una puerta de una casa, una flor en una alcantarilla o las manos de un niño, no lo sé, pero si veo ahí una foto quiero tenerla, quiero que forme parte de mis imágenes.
Hasta mañana
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