En una cefetería, dos niñas muy chiquitinas, tendrían un año y medio, se acababan de conocer y correteaban una detrás de la otra.
De pronto se pararon delante del aire acondicionado y se pusieron a parlotear en su particular lengua; se entendían perfectamente, razonaban y cuando desentrañaron el misterio del aparato siguieron con sus juegos.
Un lenguaje secreto para un momento de complicidad.
Hasta mañana
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