sábado, 1 de agosto de 2009

Dos intrépidas aventureras


Eso es lo que creíamos la abuela Trini y yo cuando nos volvimos de Barcelona en avión hace 30 años. Fue toda una aventura.

Fuimos a ver a mi tío y de vuelta él se empeñó en que nos quería regalar un billete de avión para que probáramos eso de volar.

Seguimos el protocolo, una hora antes en el aeropuerto del Prat, nervios en el estómago ( nos fue imposible comer ), revisar otra vez lo que nos habían explicado y cuando nos llamaron para embarcar... Aún hoy recuerdo la adrelanina " a galope" por todo el cuerpo.
Entramos en el avión y nos temblaban las piernas, la abuela con su eterna sonrisa me daba ánimos.y así dos "paletas" comienzan su travesía hacía la aventura.
A la hora de despegar nos cogimos de la mano y cuando se estabilizó el avión comentamos nuestras sensaciones - bueno, podía ser peor- comentó la abuela.

Mirábamos todo con interés, emoción y temor, parecía imposible, nos creíamos protagonistas de una de esas novelas que veíamos en la tele. Hasta nos habíamos puesto nuestras mejores ropas para la ocasión y Trini me había comprado un perfume en Barcelona e insistió en que me lo echara, era mucho mi abuela...

Llegamos a Santiago de Compostela con una sonrisa de oreja a oreja, de aquellas no era común como hoy viajar en avión, y nos sentíamos privilegiadas. Mi tío Guillermo no sabía el regalo que nos acababa de hacer.

Hasta mañana

1 comentario:

  1. Es curioso: mi primer vuelo fue... justo a la inversa: de Santiago a Barcelona.

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