Pues sí, moliendo café, pero no con un molinillo eléctrico, plis-plas y ya está, no, aquí hay que darle vueltas y vueltas. Va soltando su aroma al ir rompiendo el grano y tú lo percibes, empiezas ya a saborearlo, se empieza a hacer la boca agua, apuras, pero no, esto tiene su tiempo y la rapidez es inutil.
Por fín notas ya que no hay presión, ya está molido, sacas el cajoncito y a disfrutar de este café molido a mano.
Es un recuerdo de mi bisabuelo.
Hasta mañana
La contemporaneidad sobre todo, nos ha robado el tiempo y nos cambia esfuerzo por consumo. Hay tanto por consumir que no tenemos tiempo ni para darle a la palanca del molinillo.
ResponderEliminarPues creo que es necesario buscar tiempo para esas pequeñas cosas que a fuerza de sencillas son las más apreciadas.
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