Estaba paseando a Otto, cuando vino a mi mente una anécdota del verano pasado, que me hizo sonreir con mucha, muchísima ternura.
Ya sé, es el pasado, pero podemos evocar buenos y entrañables momentos, no? Pues eso...
Además la mente es muy traicionera y ya sabéis, campa libremente a sus anchas.
Hasta mañana.
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