martes, 30 de diciembre de 2014

Relato de invierno. Capítulo II

Dejó vagar la mente mientras su mirada recorría lo que lo rodeaba; una pareja de ancianos desayunando tostadas y chocolate mientras compartían una conversación muy relajada, un grupo de ciclistas que se habían detenido en el kiosco comprando chocolatinas y agua; una mujer subiendo la capota de su deportivo; y la barrendera, con pantalón corto, camiseta y pelo con rastas, barriendo mientras escuchaba música a todo volumen.
Los días de verano estaban llegando a su fin, había mucha menos gente en el pueblo y el otoño comenzaba a dejarse notar. El Atlántico hacía llegar a la costa una brisa mucho más fresca; ahora por la mañana apetecía ropa más cálida, pero no tanto como para sudar al mediodía. Él se había puesto unos pantalones de loneta, camisa, un foulard al cuello y una americana ligera que tendría que sacarse luego. Se levantó y sus pasos se encaminaron hacia su trabajo. 
Tenía una librería de viejo unas calles más abajo en la Plaza Mayor. La había adquirido,hacía ya veintitrés años, a una anciana que se jubilaba y deseaba regresar al pueblo y comprar allí una casita para estar más cerca de sus amigas de la infancia. Pintó la fachada de verde inglés, cambió las ventanas por unas de madera y en la acera dos maceteros enormes delimitando la tienda y que en esta época estaban repletos de hortensias. En el interior un sofá de cuero, una mesa de madera maciza y una cafetera para que los clientes y amigos pudieran prepararse un café mientras ojeaban un libro, charlaban de viajes o descansaban del ajetreo diario. Y por todos lados libros y más libros, narrativa, poesía, viajes, se agolpaban en estanterías, mesas, hasta en el suelo, con un cierto desorden, aunque él sabía lo que había en cada rincón y cada estante.
Subió la verja y abrió la puerta; tiró la bandolera y la americana en la mesa y lo dispuso todo para un café. Mientras se hacía, cogió su tablet y consultó el correo. El último email que abrió lo dejó lívido y con el corazón desbocado. No, no era el momento, ahora no! Se dejó caer en el sofá y cerró los ojos.


miércoles, 24 de diciembre de 2014