sábado, 29 de noviembre de 2014

Relato de invierno. Capítulo I. Es posible?

Cómo es posible que viva con una persona durante treinta años y no la conozca en absoluto?
Sentado en un velador de una pequeña terraza, él se lo preguntaba entre resignado y cabreado, con la vista puesta en los barcos que regresaban de faenar.
Era un hombre esencialmente tranquilo, pero no pudo reprimir dar un portazo al salir de su casa dando fin a la última discusión, la última de un sinnúmero de ellas.
Acababa de cumplir cincuenta y dos años, y no estaba dispuesto, ya no, a hacer un balance. Quería romper con todo. Punto y aparte.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Creando un refugio

Me siento como un pintor ante un lienzo inmaculado o un escritor ante una cuartilla  en blanco, me siento creativa.
En breve voy a disponer de una pequeña habitación que quedará desocupada. Vacía de cualquier condicionamiento. Lista para que mi imaginación entre en fase creativa.
Sé por donde irán los derroteros, será una sala de lectura, lo que siempre deseé tener. Como en las pelis. Libros hasta el techo( menos lobos que no hay tantos), y un cómodo sofá de cuero, si es de segunda mano mejor, muchos cojines y una mantita para el invierno. Me dieron la idea de un pequeño secreter porque saben el entusiasmo que tengo por escribir cartas, guardar plumas y lápices y demás útiles de papelería. A ver qué encuentro.
Pero qué vas a hacer? Esa habitación es perfecta para un comedor, no de diario, sino para «las ocasiones» . Como suponéis, esto me lo dice alguien que me conoce muy poquito, pero que siempre tiene algo que decir. No abandono por nada nuestro rincón en la cocina en el que hemos disfrutado de innumerables veladas. Las mesas inmensas con sillas de respaldo alto no se han hecho para mí.
Así que sigo con mi proyecto. Ya os iré contando.
Hasta mañana y feliz semana!

domingo, 2 de noviembre de 2014

Post-it : Rascacielos

De aquellos tiempos veraniegos y plácidos donde leer la prensa se convirtía en un placer relajado, de aquellos tiempo, digo, tengo un post-it en mi memoria con la palabra rascacielos.
Todo surgió a raíz de una noticia sobre una importante cantidad de dinero que habían alcanzado en una subasta unas postales de New York de principios del siglo XX. En una de ellas se veía un rascacielos que en 1902 asombraba a todos los neoyorkinos, que se quedaban horas contemplándolo y se apostando sobre cuántos días iba a mantenerse en pie. Era el Flatiron, 22 plantas, 87 metros de altura.
No imagino la impresión que se llevarían si los transportamos en el tiempo y los ponemos en la acera de enfrente al Burj Dubai, un racacielos de Dubai de 828 metros.
La nota venía a cuento porque quería averiguar el criterio que se sigue para que podamos calificar a un edificio como racacielos.
Por lo que he leído, la altura es algo relativo, tiene que ver con el entorno. Al primer edificio que se le aplicó el término era de cinco alturas, hoy ya véis que envergadura tienen.
Otro criterio aplica la calificación de rascacielos a los edificios de sobrepasan los 500 pies, unos 153 metros.
Ya se sabe que el metro cuadrado en las grandes ciudades está a unos precios muy elevados; los racacielos son la alternativa. Mucha superficie útil en pocos metros cuadrados de suelo.
No sé porqué, pero me vino a la mente la casita de «Up»
Hasta mañana, feliz semana!