Abro la nevera.
Echándole ganas había para hacer una sopa argelina (garbanzos cocidos, pimiento rojo, un trozo de calabacín y un trozo de calabaza, ajo y cebolla), pero no estaba por la labor, en cambio unos huevos fritos... Se me hacía la boca agua.
Viernes, acabo de firmar mis vacaciones...soy capaz de soportar los chisporroteos de los huevos fritos! Y, una vez decidida, solo queda ponerse manos a la obra.
Huevos «de confianza», aceite de oliva, sartén. Me gustan perfectos con mucha puntilla y doraditos, pero no tanto como para que se cuaje la yema. En fin, que soy muy exigente con los huevos.
Aceite bien caliente y empieza el show. Llegaron las salpicadura a dos metros. Olivia agazapada debajo de la cama, y yo no me fui con ella porque alguien tenía que vigilarlos, que si no...
Al fin salieron dos huevos perfectos, sal en escamas y pimienta molida.
De lujo!
Luego media hora limpiando el estropicio
Hasta mañana. Sed felices