domingo, 27 de abril de 2014

Un café?

Media mañana, se hace indispensable una parada para el café. En la trastienda caen las últimas gotas y el aroma llega hasta su olfato. No resisten más. Toca una parada entre cardado y alisado, entre un tinte y un moldeado. Hora del café y las galletas.
Es Marisol quien se encarga de la intendencia en la parcela del café. Ella lo compra, de mezcla y molido, y Candelas, para más señas. También se encarga de escoger las galletas que lo acompañarán, esta vez, unas integrales, aunque prueban de todo tipo. Hay que bucear en el extenso mundo de las galletas para encontrar grandes tesoros.
Ofrecen a sus clientas, y ya no es la primera vez que alguna adicta al té ha caído en sus redes. Cualquiera se resiste a un café en una compañía tan agradable, mientras a una la transforman en una diosa.
Y continúa la mañana.
Celia y Marisol retoman el trabajo que han dejado por unos instantes y continúan con su ritual.
Cuando  una mujer sale del lavacabezas, la guían al tocador  y lo primero que le hacen, si solo tienen que peinar, es secarle y darle forma al flequillo. Enmarcará su rostro y será la primera pincelada. Con los dedos le ahuecan el pelo y ya con el secador empiezan a darle forma. Empieza la magia y la transformación que, al final, emocionará a la clienta.
Hablan poco entre ellas, pero sus gestos cómplices son muy elocuentes, un pestañeo, una afirmación o negación con un ligero movimiento de cabeza, una mirada. No necesitan más.
Celia lleva la batuta y, a la vez que hace un corte, una depilación o peina, pregunta cuánto le queda a ese tinte o que pase fulanita para el lavacabezas o para ponerle el tinte. Marisol es su complemento y está en todas partes, peinando, lavando, con los tintes y moldeados, aquí y allá, pero siempre con una sonrisa.
Todo va sobre ruedas y, aunque es mucho el cansancio al acabar el día, disfrutan con su trabajo y eso se nota. Clientas y peluqueras contentas por igual.

Hasta mañana.

Que tengáis una semana muy placentera. Sed felices.

lunes, 21 de abril de 2014

Y por qué no?

Tampoco hay que darle tantas vueltas a las cosas, nos mareamos de tanto analizar, filtrar y decidir, seamos un poco más espontáneos, y, tal vez, más felices por ello.
«Consultar con la almohada», bien, muy bien. Durante el sueño nuestra mente está haciendo un duro trabajo, ordena nuestros recuerdos, busca soluciones  a problemas cotidianos  y todo mientras nosotros dormimos. Y para qué íbamos a incordiarla con algo tan banal!
Pensado y ejecutado. Metimos todo en una cesta de picnic, cogimos a nuestros perros y allá nos fuimos. Hicimos 370 km para hacer una barbacoa. No, no era cualquier sitio, Xaviña es perfecto.   Disfrutamos como enanos!

Hasta mañana. Sed felices, empeñaros en ello.

viernes, 4 de abril de 2014

Relato. Capítulo 2. Una mujer decidida

Abrió el portón trasero de la vieja furgoneta de la casa para que entrara Pepa, su fiel y adorable perrita que había recogido cuando, empapada y muerta de hambre y frío, merodeaba por el camino de acceso a la casa cuatro años atrás. Serían compañeras de aventuras.
Juntas iban a emprender un largo camino para ver el mar. Para la Sra. María sería la primera vez, para Pepa no sabía; pero lo que tenía claro era la sensación de que una de sus grandes ilusiones estaba a punto de cumplirse.
Ya habían pasado cuatro meses del fallecimiento de su marido y cada día se levantaba con más alegría porque era dueña de su vida y en sus manos estaba el rumbo que podía coger. Tenía muchos proyectos para vender los productos de la granja, miel, huevos, mermeladas y galletas  en la tiendecita que proyectaba abrir en la plaza del pueblo. El local estaba al lado de la consulta del médico y enfrente del ayuntamiento. Solo hizo falta ponerle un suelo de madera, unas estanterías para las que había cosido unos pañitos de cuadros con remates de ganchillo, un mostrador con cestas de caña que le había hecho a mano un amigo de toda la vida y como en la parte trasera tenía un pequeño jardín, había puesto en el porche dos mesas con sillas porque quería que los que vinieran a comprar se tomaran un café si les apetecía, mientras se relajaban contemplando hortensias, violetas, manzanilla y plantas aromáticas  que florecían en aquel pequeño rinconcito. Haría mermeladas a la vuelta.
En la granja había recogido la primera cosecha de los frutales, manzanas, peras, ciruelas. Las uvas de la parra aún estaban creciendo, les vendría muy bien el dulce sol de finales de verano. El huerto estaba a rebosar de tomates, calabacín, zanahorias, lechugas, pimientos, ajos y cebollas. Las patatas estaban casi a punto para recogerlas, pero hasta mediados de octubre no había prisa.
Las gallinas, conejos y las cuatro vacas estaban alimentadas y limpias. Había encargado a su vecino Matias, el de la granja cerca del río, que al día siguiente fuera a darles de comer y sacar a las vacas a pastar al prado.
Todo en su sitio. Todo arreglado.
Dio la vuelta a la furgoneta,  subió a ella y se despidió de su casa. Sus ojos brillaban y puso la llave en el contacto. Con ese gesto comenzaba la aventura de recorrer 170Km para pasar un fin de semana a la orilla del mar.
Qué 71 años son muchos para emprender esa aventura?
No sabéis de lo que es capaz una mujer decidida!
Quiero dedicar este relato a M. por el entrañable café que hemos compartido. Gracias.
Que seáis felices y hasta mañana.